<$BlogRSDUrl$>

viernes, octubre 31, 2003

La Más Puta 

Bueno, pues llevo una semanita toledana. Ay, toledana no. Toledana jamás. A mí, Toledo que me lo pongan bien lejos. Le he tomado inquina, qué se le va a hacer. Toledo es la cuna del Mamarrachismo Ilustrado (más de lo primero que de lo segundo, todo sea dicho).

El miércoles, tras un paseo por los infiernos con el chambelán R., un paseo que me provocó un desprendimiento de retina (y retinol), me reencontré con una de esas personas que Te Alegran La Vida, una de esas personas que dan un nuevo sentido a una palabra en franco desuso: bonhomía, una de Esas Personas de las que me declaro Fan Incondicional; vamos, Súper Fan. Esa persona es Esezé.

Esezé, a quien no veía hace AÑOS (porque Yo soy de ese tipo de mujer que tiene un pasado), me reconoció Al Primer Golpe de Vista:

–Estás radiante.

Hija, con un fan así –porque Esezé es también un poco fan–, ¿quién se resiste a ser Una Groupie?

El jueves fui a ver Cabaret. Ay, Sam Mendes, ¿en qué estabas pensando cuando elegiste a Manuel Banderas, actriz execrable donde las haya, y a la Nati para protagonizar semejante engendro? Estoy firmemente convencida (cada día más) de que las drogas son fatales. Que me lo digan a mí.

En el metro –sí, Yo también cedo a los Más Bajos Impulsos y puedo coger el underground, inducida, cuando no semi-forzada, por el advenimiento de un nuevo Diluvio Universal–, tras ser vilmente estafada por la ausencia de talento y la chabacanería más ramplona, me encuentro con el reparto al completo (menos la Nati, que como es divina coge taxis… y seguramente taxistas del más variado pelaje). Tardo exactamente cinco minutos en trajinarme al del clarinete. No es un juego de palabras asaz grosero: toca el clarinete (y sospecho que también la flauta travesera).

Mi amiga M. tuvo que recoger la quijada del suelo y volver a encajarse los globos oculares en las cuencas.

–Pero qué puta eres…

Pues sí, hija. Cada día soy más fan de la palabra Puta. Y de la actitud. La Actitud Puta es súper importante en Mi Vida.

No contenta con eso, me marcho corriendo a tomar un cocktail. Y me emborracho. Más, I mean. Y entonces, cuando a mi alrededor lo único que veo es un panorama de cadáveres, horcas y hogueras, aparece Él, el fotógrafo más infecto de la Tierra (y mira que el negociado Fotografía es ciertamente Un Nido de Víboras, a cual más dinámica). Y me lo tiro. Porque Yo soy así. La Más Puta. Y encantada de la vida, oye.

Y esta noche sospecho que habrá más. Muuuuuucho más.

Y mañana también. Mañana más.

miércoles, octubre 29, 2003

Contra el pantalón (testigo de) cargo 

Ayer fui a una iglesia y, cuando estaba arrodillada, pidiendo por la Paz del Mundo (y por mi propia Paz, lo que incluye un Golpe de Suerte y un encuentro afortunado con el equivalente masculino de las herederas Hilton, o sea, una especie de Nicky con colita*), tuve una revelación. Se me apareció Santa Margarita María de Alacoque, me tomó de la mano y me dijo:

–Espérate aquí un momentito, reina, que Dios tiene algo que decirte pero ahora se está haciendo la pedicura en las calles de La Habana.

Dios, al parecer, también es súper fan de Tonito Pestaña Mecánica.

Bueno, pues me quedé allí, esperando a tener audiencia con Nuestro Hacedor, un ser que Yo siempre he pensado que está sobrevalorado, o al menos, que es un poquito torpe, un poquito zafio y un poquito dipsómano, ya que cuando creó al Hombre tenía, incuestionablemente, una resaca que dejaba a las de S. M. R. a la altura del betún de Judea.

Finalmente, como Dios posee el don de la Ubicuidad, me concedió unos minutos mientras algún pobre mendicante habanero terminaba con su pie izquierdo (como están fatal con lo del embargo, al parecer te cortan las uñas con los dientes y eliminan las durezas con… en fin, con una parte de su anatomía de la que están de lo más infatuados; con razón –y conocimiento de causa–, añadiré Yo). Y Dios me dijo lo siguiente:

–Transmite mi mensaje por Toda la Tierra, en Oriente y Occidente, de Norte a Sur, en todos los rincones e ínsulas. NO al pantalón cargo. No, no, no y NO al pantalón cargo.

Palabra de Dios. Te adoramos, Señor.

* [Este ítem, Cómo Casarse Con Un Millonario, cada día me obsesiona más. Ayer cené con el chambelán R., que ha llevado el look Cultura Abalorio Nancy Cunard hasta sus últimas y más abigarradas consecuencias, y tratamos el tema in extenso. Llegamos a la conclusión de que necesito un Patrocinador Ya que me saque de este Pozo de Ruina.]

Mañana más.

martes, octubre 28, 2003

Haciendo la Carrera 

Bueno, pues ayer vino P., el consejero áulico, directamente de la Corte para darme un mensaje de maman: “Abandona inmediatamente la Vida Laboral y abraza la Vida Monástica. Todo son Ventajas: ventajas para tu cutis, ventajas para tu figura (si te retiras a un cenotafio en medio del desierto y te alimentas a base de alacranes y raíces de yuca), ventajas para tu reputación (lo que queda de ella) y ventajas para mí, que me vas a quitar la vida con ese último capricho tuyo por ser émula de Rosa de Luxemburgo”.

Yo, que siempre he sido súper respetuosa con las opiniones de maman, le propuse a P. un Plan B, que consiste en tenerla en Babia –o sea, más o menos su estado natural, sobre todo después de su último lifting (ella, admiradora de Wallis Simpson hasta la médula, ha decidido llevar su monomaníaca obsesión por la duquesa de W. hasta las últimas consecuencias… aunque haya tenido que pagar un precio demasiado alto)–, mientras Yo sigo realizándome como Mujer y como Artista gracias a esa entelequia llamada Esperanza (no, Aguirre no; bastante tiene Lady Retinol con lo que tiene; eso sí, ahora podrá arrancarse de los lóbulos esas horrendas estrellas de aluminio y volver a La Perla de Toda La Vida, que es lo suyo), que no Vida Laboral.

Qué horror, la vida laboral… Pero, claro, si Una es Mujer Contemporánea, pues qué se le va a hacer: tiene que mantenerse por Sí Misma hasta que encuentre al Patrocinador adecuado (en mi caso, el Patrocinador adecuado es cualquier Hombre que tenga menos de 80 años y un patrimonio que incluya unas cuantas casas –una de ellas, junto al lago Como–, una colección de arte y varias fundaciones; lamentablemente, este género está en franca decadencia). Tita, cuánto tengo (aún) que aprender de ti.

En fin, el caso es que P. y yo hemos llegado a una entente: él no le contará a bonne maman que Yo no estoy dispuesta a ceder un ápice de terreno en ese cúmulo de insensateces llamado Carrera (a oídos de mi madre, las palabras Carrera y Prostitución son intercambiables; a los míos también), y yo mantendré mis labios sellados acerca de Su Secreto: que, bajo una capa coriácea de cinismo y savoir-faire, se esconde un Corazón en Busca de Guía que no le cabría en el pecho a David Copperfield (el héroe de Dickens, no la mamarracha).

Mañana más.

domingo, octubre 26, 2003

Contra la Originalidad 

Bueno, pues mi relación con el Más Allá empieza a ser preocupante. Me explico:

"Espero no tener que confesar que buena parte de mi mi reserva de artículos de uso intelectual se nutre de tópicos e incluso naderías rescatadas de las telarañas que cubren los anaqueles del ayer, a las que se han pegado etiquetas nuevas con bastante desfachatez. Este préstamo o remodelación de mercancías apolilladas en los escaparates, a decir verdad, es hábito consuetudinario de los que comercian con las ideas en todas las épocas, y sucede en todos los rincones del mundo. No quiero dar a entender, de todos modos, que ya se hayan elaborado todas las nociones humanas concebibles: lisa y llanamente, a fuer de ser honesto, se trata de que la clase de hombres que se prestan a idear nociones nuevas rara vez dispone de fuelle suficiente para trabajar durante una jornada entera, caso de que alguna vez lo haya hecho de sol a sol. A lo más que alcanza cuando se trata de algo genuinamente original es a una ocasional racha de brillantez, y con media docena de rachas de ese estilo, sobre todo si se dan de manera consecutiva y contienen cierta coordinación, basta para que un profesional del ramo adquiera celebridad, e incluso la inmortalidad. La naturaleza, qué duda cabe, se conjura en contra de toda originalidad genuina, y tampoco albergo la menor duda de que también Dios mismo, desde Su trono celestial, se pronuncia en contra así como incuestionablemente en contra están Sus vicarios y partidarios aquí en la tierra".

Sí, otro cadáver que me quita Las Palabras de la boca. H L Mencken hace unos 80 años, aproximadamente. Deprimente, ¿no?

Mañana más

viernes, octubre 24, 2003

Igualito que Eva Harrington 

Bueno, pues, intertextualizando al señor Wilson, diré que últimamente ha aparecido en mi vida un curioso fenómeno meteorológico conocido por el Espectro de Brocken: una sombra humana impelida en la niebla de tal manera que parece monstruosa y remota cuando bien pudiera, en realidad, estar bastante a mano y rodeada por un halo iridiscente.

Ese Espectro responde al nombre de… En fin, seré Mujer Educada y correré un tupido velo sobre ese dato (que Sí viene al caso, pero me reservo). I mean, cuando a una persona le dejas bastante claro, mediante una vaga referencia a la lobotomía, que tu impresión general acerca de su altura intelectual es la misma que la que te inspira un armadillo desollado y convertido en bolso, pues Una cree que la dejarán en Paz y Armonía. Falso. Falso, falso, falso.

Esa persona (no, persona no; persona nunca) da un nuevo sentido a las palabras Narcisismo, Megalomanía y Mala Educación (y Ordinariez, y Zafiedad, y Analfabetismo, y Mendacidad, y… En fin, ¿para qué seguir?). Ese Être Grotesque deja a Eva Harrington a la altura del betún de Judea. Pero lo siento, sweetie, Yo no soy Margo Channing. Yo soy María de Rumanía y a mí no me la das con queso: si quieres Utilizarme para tus más depravadas fantasías nilóticas (que incluyen –seguro– visitas al Submundo y a las Catacumbas del Placer), ya puedes ir comprándote una silla de anea y sentándote en ella, porque estoy convencida de que Eres Propenso a las Varices.

No, no y no. Estoy harta de ser buena. El Être ha pasado a la Historia. Hija, qué quieres que te diga. Ya estoy muy mayor para aguantar ciertas cosas. Su amigos, por ejemplo. Un Carnaval de Horrores.

Mañana más.


jueves, octubre 23, 2003

La Primera Dama, una teoría 

Bueno, pues al fin SÉ lo que es el estrés y, ¿qué queréis que os diga?, Sí es para tanto. Es como el sexo, pero al revés. O sea, oyes hablar mucho de él y cuando llega es aún Más de lo que esperabas (el estrés, no el sexo, que es muy Mies). Y eso que Yo siempre he sido Una Mujer de Amplios Horizontes (y caderas pequeñas).

En fin, no quiero ponerme a entonar aquí el Stabat Mater Dolorosa, Justa Crucem Lacrimosa porque, la verdad, para eso Ya Están Los Demás.

Hoy, de lo que quiero hablar es de una teoría que mantiene uno de los chambelanes más hiperactivos de la corte, C., que sostiene la teoría de que hay una conspiración internacional de CMI (Culturistas Maricas Incultas) dispuestas a gobernar el mundo para imponer las tetas clembuterolizadas y los muslos magnapowerizados a todos los hombres de menos de 30 años y eliminar al resto. ¿Cómo? A través de los Mass-Media, que ya están gobernados casi en un 90% por ellos.

Y diréis: el pobre está fatal… Pues no. Lleva más razón que un santo –Santo Toribio de Mogrovejo, por ejemplo, Inquisidor General de Granada con menos de 30 años, chúpate ésa, Teresa (Viejo; otro nuevo ejemplo, ya que estoy firmemente convencida de que, en realidad, es un travestí, muy mal operada, por cierto)–, los masamidia están fatal.

Otra gran teoría, en este caso del chambelán J.A., una de las pocas almas gemelas que conozco que aún no ha sucumbido a su deuda con Lo Inevitable, es esta: Escarba detrás de un camarero y encontrarás… una actriz. Amén, hermano.

Aunque tal vez mi favorita sea la del gentleman J., que sostiene que las mujeres de dedos pequeños son, por naturaleza, frías y mezquinas. Y yo me pregunto: ¿alguien se ha parado detenidamente a mirar las pezuñitas de nuestra First Lady? Tiene los pulgares tan retráctiles que parecen los de un simio (macho). Yo siempre había creído que semejante atrofia se debía a abrir demasiadas ollas a presión a lo largo de su vida; una de ellas precipitadamente –como su carrera política–, lo que explica el (deplorable) estado de su cutis. Pero no. Se trata en realidad de un mero efecto de visage natural. O sea, que es una Perra Fría y Mezquina.

¿Será verdad? Yo me inclino a creer que sí.

Mañana más.

martes, octubre 21, 2003

No soy una persona de Puta Madre... afortunadamente 

Bueno, pues la Naturaleza Humana nunca dejará de sorprenderme. Quiero decir que cuando Una ha sido lo suficientemente Explícita como para dejar las cosas negro sobre blanco (o marrón chocolate sobre fucsia, que también es una combinación cromática complementaria) con Alguien (a quien no llamaremos persona, porque podrían rechinarme los dientes) y ese alguien —apeemos la mayúscula— vuelve a llamarte dos días después para preguntarte Qué-Tal-Tu-Fin-De-Semana, ese gran clásico... Pues, chica, qué quieres que te diga. Apaga y vámonos. Apaga y cierra la puerta. Apaga y tira la llave al mar. Apaga y dame un lanzallamas.

Me pregunto qué Significados Ocultos sacará la gente de la siguiente conversación:

—Ahora va a venir una amiga mía... (pausa y mohín, algo así como si una morsa hubiese sumergido de pronto sus bigotes en alquitrán)... heterosexual.

—Gracias a Dios —me persigno—, una persona normal en este Carnaval de Horrores.

Cuando llega la que tú creías que era "Una Persona Normal" (que Dios me conserve la inocencia y la candidez por Muchos Años), y descubres a un ejemplar único —afortunadamente— salido de una sima, con dos costurones sobre los labios, ojos de pez (abisal, no me cabe la menor duda), una voz que parece el resultado de frotar cristales rotos sobre una pizarra, una figurilla de Tanagra en toda regla —y no, querida, no es un halago— y con una actitud... en fin, una actitud que quedaría muy bien en un camionero de Kentucky, adicto al pollo frito y las camisas de franela, pero no en una Dama; pues, claro, se te cae el mundo a los pies y los palos de la pamela a los Manolos.

Intentar dialogar con un especímen semejante era, a todas luces, una labor que excedía todas mis capacidades, de modo que renuncié y miré a mi alrededor, en busca de ayuda (Una Chica Como Yo siempre que mira alrededor es que busca ayuda o un patrocinador). Nunca debí hacer semejante cosa: una marica peruana y otra, venezolana, especializadas en la técnica del vibratto elevada a su enésima y más turbadora potencia no son La Compañía que yo le exijo a Una Noche para que resulte inolvidable; ni siquiera mínimamente aceptable. Cerré los ojos, intenté cerrar los tímpanos (y los esfínteres) y me encomendé al Niño Jesús de Praga, que para este tipo de situaciones tiene muy buena mano.

Pero, claro, todo tiene un límite. Y ese límite está cuando Una Desconocida Espantosa te grita "mamarracha" y "chocho" por decimotercera vez. Si el límite no está ahí, que venga Dios y lo vea.

De modo que Yo, ni corta ni perezosa, dry martini en mano, la miró de arriba abajo y, achinando los ojos como Louise Hay tras su (pen)último lifting, le pregunto con mi mejor sonrisa:

—¿Y tú, bonita-querida-tesoro-cariño-corazón-amor-vida, para QUÉ te has operado del labio leporino si no tenías nada realmente interesante que decir?

El Especímen Degradado y Soez se puso como la grana —cianótica, creo que es la palabra correcta— y, ni corta ni perezosa (dos cosas que al parecer no era, en oposición a Ordinaria, Cargante y Sórdida, que lo era un rato largo), empezó a vilipendiarme con el lenguaje más patibulario. Hasta que ya, en un paroxismo de ofendida dignidad —jajajajaja—, estalló:

—Dios mío, y a mí que X. (ese alguien, en minúscula, que hoy me ha llamado para... para lo que quiera que haya llamado; no me interesa lo más mínimo) me había dicho que eras Una Tía De Puta Madre.

Si mi madre llega a escuchar semejante expresión le da una embolia. Yo, con los ojos ya como dos meras rendijas, me acerqué al personaje en cuestión y le escupí:

—¿Sí? Vaya por Dios, pues a mi me había dicho que tú eras una chica muy simpática... y heterosexual. Ya ves, al parecer nos ha mentido a las dos. Vaya, vaya, X., eres un pillo.

Apuré el dry-martini de un trago y me di la vuelta:

—Ahora, querida, me temo que tendrás que perdonarme. Me veo obligada a abandonarte. Es que tengo que retirarme a mis aposentos para hacerme una lobotomía... Lo digo por si mañana nos encontramos por casualidad en la calle. Dios no lo quiera. Nunca me he cambiado de acera, pero eres de ese tipo de personas por las que cruzaría hasta el Potomac.

Al parecer, Alguien y el Especímen se sintieron heridos en lo más vivo (el maquillaje o la laca de uñas, supongo) y decidieron que Yo no era Una Persona de Puta Madre. Efectivamente, NUNCA lo he sido.

Mañana más.

lunes, octubre 20, 2003

Con un chulo al lado se duerme mucho mejor 

Glorioso. Como un nuevo Amanecer de la Creación. Extraordinario. Maravilloso. Extático (con equis, no con ese; vamos, anti-ese total). Sublime (sí, por una vez la palabra se adapta a la realidad, sin pervertirla, y no al contrario). Marvelous! Me he reconciliado con Dios y con los hombres. Sobre todo con los hombres. Sobre todo con Uno.

He llegado a mi Top. La Cima. El Everest. El cenit de mi carrera como Mujer Pública, tras hollar todos los nadires –bueno, todos no; la realidad es lo que tiene, que siempre puede sorprenderte con otro nuevo Infierno. Un jitazo, vamos. Un chulángano, carne de gimnasio, con un cuerpazo que envidiaría el Steve Reeves más bizarro, con unas tetas como carretas (de heno), unos brazos como columnas, unas piernas como menhires y unos ojos verdes capaces de alcanzar profundidades abisales de Deseo y Guarrería… ¡Y cubano! ¡Viva el tópico! Ay, sí, bendito sea. Viva, viva, viva.

…Y soldador. Y analfabeto perdido… Pero ¿a QUIÉN le importa?

A mí, no. Desde luego.

Mañana más.

viernes, octubre 17, 2003

¿No vale la pena? Una vindicación 

Bueno, pues ayer fui Mujer Insomne. Estuve recorriendo las estancias del Petit Palais cual ménade enloquecida, mesándome los cabellos, con los ojos inyectados en sangre y cegados por las lágrimas, retorciéndome las manos en un charlestón epiléptico, invocando al Diablo a voz en grito, preparando pócimas, pergeñando las más diabólicas venganzas… El Diablo –as usual– no apareció; debe andar de lo más ocupado en el útero de Anita Aznar, disciplinando al Anticristo. La Residencia de Invierno, además, se llenó de humazo –nunca tratéis de macerar renacuajos, sanguijuelas y útero de gata en una olla exprés con aceite de linaza– y de un hedor insoportable. Los ojos se me quedaron como dos aldabas, hasta el punto de que me miré al espejo y parecía Bette Davis. Las manos, dos cuervos desplumados y exangües. En fin, un horror.

Un horror. Es lo que suele pasar cuando descubres que una persona a la que amaste, una persona a la que considerabas precisamente eso, una persona, no una rata, ha experimentado una regresión a las cloacas. Enseña sus incisivos levemente cariados, agita sus pezuñas, orladas de padrastros, y mueve el rabo, ese rabo cortesía de la genética criolla del que estaba tan orgulloso –sí, tenía motivos, doy fe; “pero no basta con tener una boa, además hay que saber moverla con un poco de soltura”, le dijo Celia Gámez a Conchita Velasco–. Y chilla. Y se revuelve. Y muerde.

Y el Diablo, que no aparece…

Al final, vencida por el sueño y los remordimientos (por mi mente, como en diodorama, pasaron las imágenes más apocalípticas de torturas y vejámenes físicos: mazmorras de un grabado de Piranesi con un gotelé de vísceras y masa encefálica, ruedas dentadas, doncellas de Nüremberg con afiladas púas…), me retiré a mis aposentos y decidí que no vale la pena.

No vale la pena. No lo vale. Las ratas que se queden en su elemento, las cloacas. Las Princesas y Ricas Herederas en el nuestro, los palacios (y algunos antros especialmente depravados de Shangai, Puerto Vallarta y Cazorla).

Eso sí, he decidido hacer apostasía del género humano. Me doy de baja. A partir de ahora ni hombres, ni mujeres, ni niños. Sólo cadáveres. De vuelta al túmulo.

Amén.

Mañana más.

jueves, octubre 16, 2003

Ana Crónica Perdida 

Bueno, pues me Ha Vuelto a pasar. Vuelvo a encontrar un Alma Gemela y está, como es habitual, muerta.

Sólo dos ejemplos:

Ejemplo nº 1:

“Su caso es peor de lo que había imaginado: no solamente ha fallado en adaptarse a la gran revolución que está ocurriendo; aparentemente usted no se da cuenta que hay un ajuste por hacer. Aún alienta la ilusión de vivir a principios del siglo XIX. Estoy seguro de que lee a Goethe en el metro y tararea a Schuman y Schubert en la ducha”.

O sea, la historia de mi vida.

Ejemplo nº 2:

“Usted carece de oído para las voces populares. Siempre se está refiriendo a la vulgaridad, con repugnancia. Para usted la vida debe ser sutil y refinada, y dispuesta en una partitura elegante, antes de dignarse a tocarla. Usted habla de la desolación de un pueblo en que no hay lugar para la música.”

Amén, hermano. Aunque creo que sí que hay lugar para la música: una marcha fúnebre.

Ese hombre es Edmund Wilson y escribió, con precisión cirujana y un don para el vaticinio que para sí lo quisiera el más distrófico de los pitonisos, cómo sería mi vida y mi estado de ánimo, o mejor dicho, mi animosité con 81 años de antelación. O sea, que ponme un modelo de Mainbocher, un sombrero tipo casquete y cascadas de perlas y déjame en el vestíbulo del Plaza, que ya me buscaré yo la vida… Eso sí, en 1922.

Otra vez con el Anacronismo a cuestas. Qué Cruz, y sin ningún cireneo que me ayude a soportarla.

Mañana más.


miércoles, octubre 15, 2003

Anne-&-VER-sario 

Un mes y quince días. Hace un mes y quince días que me dedico a la haute couture celestial. Un mes y quince días que el espejo se rajó de parte a parte. Un mes y quince días que me negué en rotundo a abandonarme al onanismo emocional. Un mes y quince días que resisto con uñas y dientes... ¿Para qué seguir?

Si algún desconocido, en cuya bondad hace años que dejé de confiar, me preguntase hoy qué necesito, le respondería sin dudarlo un minuto: un asesino a sueldo.

La palabra “desconcertado”, aplicada a grandes ratas de cloaca que ni siquiera se merecen contemplar el arco iris ni en lo más profundo de lo más profundo de las catacumbas, me da risa. Una risa histérica.

Es lo que tienen las cloacas: ¿qué sale de ellas? La peste bubónica. Los cristianos. Las cucarachas. El hedor. Todo eso de lo que hay que huir como de las mechas y las pashminas falsas y en lo que, antes o después, me he visto envuelta hasta las raíces (y puntas) del vello púbico.

Hay que joderse...

Mañana más.

martes, octubre 14, 2003

Un arco iris en una cloaca 

Bueno, pues esta semana he tenido una Revelación. En realidad, la tuve ya cuando era una niña y no levantaba dos palmos del suelo (porque Yo siempre he sido de la escuela Tapón-Sexy), pero esta semana he vuelto a Ver la Luz, como Carol Anne. Y la Luz me ha dicho: “Aléjate de los hombres… Sobre todo si tienen más tetas que tú”.

Porque es lo que Yo digo. Cuando un hombre se acerca y te regala flores, eso es Impulso. Sí. Pero cuando un hombre –un hombre en entredicho, o sea, el eslabón perdido entre el Hombre y la Maraca (aunque también podríamos sustituir alguna de las vocales por una i)– se acerca y te dice, con una mirada inequívoca (y lo digo Yo, que de miradas inequívocas sé un rato largo): “Me encanta tu ropa… Es tan mona”, en realidad lo que te está diciendo es: “Me encantaría arrancarte la ropa… Y hacerlo como una mona” (no lo dudo, querido, ni por un momento). Y Yo, la verdad, es que no estoy por la labor. Él sí. Es más, creo que Las Labores son lo suyo (así, en plural… y probablemente con un posesivo).

Como dice la chambelana M. La Rubia: “Hombres. Una hora de placer y cincuenta de amargura”. Sí, sí, rica… Eso con un poco de suerte. Una hora, una hora. Promesas, promesas, promesas. Aunque para eso me sumo a lo que me dijo este fin de semana la Infanta C.: “Yo estoy de vacaciones indefinidas. Estoy muy mayor para aguantar a un infame.” Amén, hermana. Y eso que no has visto lo que hay en mi gimnasio… El Apocalipsis.

En fin, que voy a echar mano otra vez (en sentido muy figurado, porque cómo era él, por el amor de Dios) de una cita del señor M P Shield, del que ya me declaro súper fan: “Y entonces Rachel empezó a contarle cómo era eso, con definiciones alucinadas, y con una expresividad rara en ella. Era una locura, su nombre era Legión, era la posesión por las Furias; era un espasmo en la garganta, y una debilidad en los miembros, y un anhelo del blanco de los ojos y un incendio en los tuétanos; era catalepsia, trance, Apocalipsis; era estar tan alto como una galaxia, era revolcarse feliz en el arroyo; era Vesuvio, aurora boreal, ocaso; era el arco iris en una cloaca, San Juan y Heliogábalo, Beatriz y Mesalina; era una transfiguración y una lepra, y una metempsicosis, y una neurosis; era la danza de las ménades y la picadura de la tarántula, y el bautismo en un sol”. El arco iris en una cloaca… Ah, sí, qué gran verdad. Y os lo digo Yo, que de cloacas sé también un rato larguísimo.

Mañana más.


lunes, octubre 13, 2003

Grandes Conversaciones de Ayer y de Hoy 

Gran Conversación nº 1:

–Me he casado.

–¿Sí? ¿Cuándo?

–Ayer.

–¿Y?

Odio a mi marido.

Gran Conversación nº 2:

–Qué simpático es tu novio.

–…Y me ha dejado el piso en su testamento.

Gran Conversación nº 3:

–¿Estudias o trabajas?

–FOLLO.

Gran Conversación nº 4:

–¿Te llevo a casa?

–¿Para qué? ¿Para que me asesines?

Sí, ése era el nivel.

Mañana más.


viernes, octubre 10, 2003

Me meto a Sibila (con i latina) 

Bueno, pues hoy regreso a La Ciudad Funeraria para visitar a mis padres, que en cuanto salieron de Rumanía y vieron los precios –y las plusvalías– que tenían las cosas que antes sólo tenían que pedir por Esa Boca, decidieron que lo que mejor les iba a ellos era Una Oscura Ciudad de Provincias. En ese sentido, hay que decir que tuvieron un éxito total. Más oscura, imposible. Eso sí, allí encontraron un Palais Royal a precio de ganga… y con mucho pasillo, que es lo que a ellos les flipaba.

Una de las máximas de mamá es que un Palacio como Dios manda –y es que ella siempre ha sido muy partidaria del absolutismo– debe cumplir dos requisitos: escaleras regias y un par de pasillos a los que puedas llamar galerías sin tener que pervertir el lenguaje. En general, maman es súper enemiga de cualquier tipo de perversión. Y a la pobre le salen esos hijos… No me extraña que hiciese apostasía de la maternidad. Con una prole como la nuestra, Yo también lo haría.

En fin, el caso es que, cual pitoniso con distrofia genital, puedo adelantar Ya lo que haré a lo largo de las próximas 48 horas sin necesidad de consultar una bola de cristal o los arcanos de tarot. Para nada. Es más, conociéndome como me conozco –y conociendo también el locus delicti–, casi mejor que haga una serie de predicciones porque luego es probable que no pueda contar nada de nada. Es lo que tiene el Síndrome de Korsakov (el S. K. y la dipsomanía, claro).

Mis predicciones son:

Predicción nº 1. La gente estará 10 kilos más gorda, 20 años más vieja y mucho más desesperada. Un horror.

Predicción nº 2. Tendré que dar todo tipo de explicaciones acerca de mi nuevo estado civil –la haute couture celestial– ante la mirada omnicomprensiva de parejas felizmente infieles.

Predicción nº 3. El domingo tendré Algo Que Lamentar… aunque no le recuerde con claridad.

Predicción nº 4. El lunes volveré a hacerme Ese Tipo de Promesas que incumpliré, sistemática y ávidamente, en menos de 48 horas.

Predicción nº 5. Me juraré a mí misma que es la última vez que hago predicciones. Otra promesa que volveré a incumplir. Mmmmmm…

Mañana más.

jueves, octubre 09, 2003

Contra la Hostelería Creativa 

Bueno, pues ayer tuve una cena de état con mi consejero y chambelán R. en la que analizamos un nuevo problema de la Sociedad Contemporánea que, al menos a mí, me quita el sueño: la Hostelería Creativa.

Desde aquí levanto mi voz en contra de semejante aberración y digo NO. Un no rotundo, un no con freno y sin marcha atrás, una Negación en toda regla. Porque es lo que Yo digo: cuando Una llega a un restaurante, decorado por alguna marica especialmente depravada –una de esas maricuelas infectas que parece escapadas del delirium tremens más desaforado de un emperador abisinio–; cuando Una llega a un restaurante así y se encuentra en la carta con un panegírico a la difunta tía del cocinero es que ha llegado el momento de alzar la Voz. Y la alzo. Mira cómo la alzo: ¡BASTAAAAAAAA!

Yo también podría hablar en los términos más elogiosos de mi tía Clodovea, que no está difunta, pero como si lo estuviera, ya que lleva años recluida en una maison de santé por su obsesiva, casi patológica, afición por las cuchillas y las doncellas suevas, en ese orden –hay que ver qué poco le duraba a mi tía el servicio, desaparecía sin dejar ni rastro… Bueno, que lo dejaba: un rastro bastante escandaloso–. Sí, podría hablar de ella, pero No lo haré. Porque Yo tengo Buen Gusto.

Yo también podría ser Creativa, incluso Súper Creativa, y bautizar mis alimentos con aberraciones del tipo Rissotto Sinfonía de Mar –sí, sinfonía de Mar; ¿por qué no Pavana de Marisma o Lied a la Miasma?–, pero No lo haré. Porque Yo no consumo Sustancias Tóxicas (de manera habitual).

Yo también podría… Pero, ¿para qué seguir?

Cada día estoy más convencida de que la palabra “creativa”, aplicada a todo lo que no sea Historia del Arte (si consideramos, naturalmente, que el Arte se extinguió en el siglo XIX), debería estar rigurosamente prohibida. Es más, penada por la ley. Castigada con la muerte, o al menos –para que no me acusen de neona(n)ci– con alguna forma de tortura especialmente imaginativa (en la Rusia zarista alcanzaron cotas verdaderamente insuperables).

Resumiendo: que estoy plenamente de acuerdo con M P Shield. “Existen mentes de una sensibilidad tan exquisita como la de la plata fundida en una taza: el menor soplo las endurece y enturbia; ¿qué no harán entonces el simún, el tornado? Y esto no es una metáfora, sino un símil. Para ellas, esta tierra –a punto he estado de decir, este universo– claramente no es un lugar habitable, antes bien una Máquina de Muerte, una perniciosa Inmensidad. Para muchos, en exceso horrible resulta el constante aullido de la Existencia: no pueden soportar el mundo.”

Pues sí, M P, te comprendo perfectamente. Y eso que tú nunca tuviste que bregar con un ejército de maricas creativas –Dios nos asista– que se dedican a la hostelería.

Mañana más.

miércoles, octubre 08, 2003

Al fin encuentro a mi Alma Gemela... y está muerta 

Bueno, pues ayer descubrí al hombre de mi vida. O casi. Qué pena que el Hombre de Mi Vida esté muerto. Pero suele pasar. Por ejemplo, si fuese lesbiana la mujer de mi vida también estaría muerta. Muerta y enterrada, de hecho. Es lo que tengo: que soy súper fan de la gente difunta. La muerte es lo que tiene, que te da otro aire más… no sé, como más definitivo. Por ejemplo, todos mis ex maridos están vivos. Y, la verdad, yo creo que eso les resta algo de encanto… y de definición. Porque Yo es que, además de como Rica Heredera, me veo mucho, pero mucho como Viuda Negra (y Alegre, tipo Jeannette McDonald). No hay nada que me favorezca tanto como un PRN (ya sabéis, Petit Robe Noir) y un pamelón a juego. Desafortunadamente, las oportunidades que hasta ahora he tenido de lucirlo han sido más bien escasas.

En fin, el caso es que Ese Hombre al que descubrí ayer tiene todos los visos de ser Mi Alma Gemela. No diré que crea en la transmigración de almas, pero si existe, esa alma ha estado esperándome durante unos cuantos siglos, jugando al tute –arrastrado, seguramente– con Voltaire, H. L. Mencken y el abate de Choisy.

Ese Hombre se llama Heliogábalo y, aunque no lo elegiría como marido, sí que me encantaría tenerlo como Amigo y Loulella Parsons de turno, ya que reúne todas las condiciones que Yo pido a un Ser Humano para convertirse en Chambelán Honorario. A saber: era emperador romano (sobrino de Caracalla), travesti, masoca, exhibicionista, decadente, sumo sacerdote de un culto fálico-solar especialmente demencial, narcisista y puta (llegó a ofrecerse a voz en grito –melifluo– en la puerta de los burdeles más depravados de Roma).

Y vosotros diréis: ¡¿Y esta es su Alma Gemela?!

Y Yo os repondo: Ay, si me conocierais…

Mañana más.


martes, octubre 07, 2003

Qué malo es el alféizar 

Bueno, pues hoy subsanaré un lapsus memoriae que no sé cómo he sido capaz de cometer. Bueno, sí que lo sé, pero no me voy a poner a estas alturas a echar piedras contra mi propio tejado. Faltaría más. A mí, las únicas piedras que me gustan son las piedras preciosas y sólo si van engastadas en platino o algún otro metal igualmente noble que se pueda empeñar. Si no, la geología como que no me interesa nada.

En fin, que hoy hablaré de un pitoniso muy, pero que muy famoso al que un amigo mío, que prefiere mantenerse en el anonimato —hasta que abre la boca y suelta perlas del tipo: "Gay, gay, gay... Qué horror. A mí llámame MARICÓN, que suena a bóveda"*—, vio el otro día en un sitio de fama más bien abyecta. Una de esas cloacas infectas frecuentadas por la hez de la sociedad (y por mi amigo), que los más finos llaman hamann, pero que Yo prefiero llamar por su nombre: Saunaza, Palacio de Putifar, Harén de Sardanápalo (cinco minutos antes de empezar la matanza a cargo de un ejército de jenízaros embrutecidos por el hachish y el popper).

Bueno, pues allí estaba mi amigo —yo creo que también un poco embrutecido, aunque en su caso por el vinazo barato; bueno, por el vinazo, el whisky, la cerveza, el calissay y lo que le pongan por delante, incluido un desatascador de tuberías especialmente potente; y es que mi amigo tiene un grave problema con el NO—; en fin, allí estaba él, que como digo prefiere mantener el anonimato (no se lo reprocho), envuelto en algo así como un paño de pureza de lo más esquemático, cuando ve pasar al pitoniso-chincheta humana dolorosamente desnudo.

—Como lo oyes, María. Como Dios (o Belcebú, porque aquello era un espectáculo que solamente se puede calificar como diabólico) lo trajo al mundo... Hija, qué horror. Se me cortó la digestión.

—Qué me vas a contar a mí. Yo es imaginármelo y me da la amenorrea. Me dejas de estuco. (Pausa) Cuenta, cuenta...

—Hija, ¿qué quieres que te cuente?

—¿Qué va a ser? Su acento, carne de la Pampa, no, desde luego. Y respecto a su atroz estilo literario...

—¿Pues?

Yo he enarcado las cejas hasta que mi frente parecía la fachada de la catedral de Chartres, y es que, cuando me pongo, puedo ser Mujer Ojival (gótico flamígero, eso sí).

—Ahhhhhh, eso —ha caído al fin mi amigo, a quien el vapor debe haber reblandecido el córtex (y las cutículas)—. Pues, chica, qué quieres que te diga. Yo creo que de pitoniso tiene mucho de lo segundo, pero de lo primero... —y ha hecho un gesto vagamente obsceno y ciertamente escueto, muy escueto, con los dedos pulgar e índice.

—Lo sospechaba.

—Bueno, María, pues ya puedes afírmalo sin miedo.

En fin, que en esas estamos. Desde aquí tengo que deciros que Yo, por muy desesperada que estuviese (y, aunque os cueste trabajo creerlo —porque lo sé, os cuesta; no me favorece, pero es así—, tengo que confesar que en ocasiones lo He Estado); vamos, que aunque estuviese ni entre la espada y la pared, nunca, JAMÁS llamaría a un pitoniso con semejante grado de distrofia (y no me refiero a su estatura, válgame Dios). Porque es lo que yo digo: si tanto sabes, ya me contarás tú cómo puedes dar lugar a un delirio dantesco de esa categoría. Ni Doré.

[* Sí, mi amigo es hermana mayor de la Cofradía de Adoratrices de San Vitín Cortezo, con derecho a peina de carey y sayón de auténtica rafia.]

Mañana más.

viernes, octubre 03, 2003

Propósito de enmienda 

Bueno, pues hoy no escribiré de mí. Es más, hoy no escribiré. Es lo que tienen Las Resacas (así, con mayúscula… Pero muy, muy mayúscula, casi como la catedral de Burgos), que te dejan hecha un trapo. Ay, Virgine Maria, prometo que nunca, nunca, NUNCA volveré a salir entre semana. Una pierde la tiara, la educación y la piel (sobre todo en la cara interior de los muslos). Porque es lo que Yo digo: cuando Una se levanta en un dormitorio ajeno –un dormitorio atroz, además–, con un húsar al lado (con más tetas que tú, y eso que la Naturaleza ha sido Generosa conmigo) y un aliento que sería capaz de marchitar una flor de plástico, ha llegado el momento de hacer un poco de Reflexión.

¿Hacia dónde me dirijo? Al abismo. Pero de cabeza, vamos.

Si se entera la Peñafiel es que me retira el saludo.

Mañana más. [Ay, mi cabeza, yo creo que tengo un tumor y toda la fragua de Vulcano dentro. Dejo de beber YA]

jueves, octubre 02, 2003

Lo que Una Mujer como Yo necesita para realizarse 

Bueno, pues ayer fue MPDT (Mi Primer Día de Trabajo). Y, chica, qué decepción. Otra más. No me extraña que digan que el trabajo realiza al hombre. Natural, el Hombre —así, como género— siempre ha sido feliz con mecanismos sencillos: un trabajo, la esclavitud, las violaciones en masse, la bomba atómica... Pero la mujer es otra cosa. O por lo menos Una Mujer Como Yo.

A mí, para hacerme feliz, no me des un puesto de trabajo. A mí, para hacerme feliz, dame un dúplex. O sea, entre un pabellón de caza en la ribera del Rhin tipo Castillo de Pommersfelden y un empleo fijo, a mí, la verdad, como que el pabellón de caza me realiza mucho más. Pero vamos, de aquí a Lima, dónde va a parar.

Supongo que ya es demasiado tarde para echarme atrás y que, además, estos son Esos Pequeños Tributos que Una Mujer como Yo tiene que rendir al mundo, a la sociedad y a sus hierofantes —o sea, esa pandilla de maricas llamada periodistas— si quiere ser Contemporánea. Y también está muy bien eso de sentirse útil, los objetivos y todo eso...

Aunque, francamente, para sentirse útil, pero útil de verdad, queridos míos, nada mejor que la donación de una propiedad inmobiliaria a Una Servidora. Es un Consejo de Amiga.

Lamento ser repetitiva, pero qué queréis que os diga. Si la sociedad occidental está basada sobre esto, apaga y vámonos.

Y luego hablan de la decadencia del Imperio Romano. En una oficina me gustaría ver a mí a los Antoninos (o a Jerry Hall —¡esa publicidad de H&M, por Dios!—, al fin y al cabo son contemporáneos).

[En un aparte reflejaré dos escenas que he presenciado hoy y que me han dejado estucada para el resto de la semana. No me resisto a dejarlas en el tintero.

Escena nº 1: Mi amiga y confidente, la Sirenísima N., y yo contemplamos en la Gran Vía, ese Carnaval de Horrores, a una adolescente convertida en Mujer Licántropa, arrancándole la yugular a la dependienta de una marca de ropa muy, muy barata con la uña del dedo meñique. "Y la muy puta viene a ponerme más nerviosa, después de preguntarme si estaba robando", le escupe a los policías que se han personado en el Lugar de los Hechos (de los Apostóles, seguramente, porque ella tenía un aire muy María Magdalena).

—Esos son los perniciosos efectos del polyester y los calentadores —reflexiono en voz alta.

La Sirenísima y yo recogemos nuestras quijadas y seguimos caminando.


Escena nº 2: Dos damas de mediana edad —si consideramos que la edad media es de 120 años—, pashmina en ristre y pelo a lo bombe glacée, comentan en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión sus últimas experiencias en Viajes Astrales. Sí, en Viajes Astrales.

—...De manera que te ves perfectamente desde arriba. Uy, mira, Eduardo Zamacois.

—¿Y cómo te encontraste?

—Viejiiiiiísima.

O sea: la realidad, otra vez, superando al porno.]

Mañana más.

miércoles, octubre 01, 2003

Eufórica 

Bueno, pues He Vuelto. O sea, me río Yo del Eterno Retorno, del mito de Sísifo y de lo que haga falta. Y es que estoy totally agree con esa Gran Dama de la literatura llamada Anita Loos: París es divino. DI-VI-NO. Qué ciudad, qué tiendas, qué edificios, qué… Qué chulazos, por el amor de Dios. De todos los colores, calidades y razas: de ébano (es más: ebanistas, de hecho), crisoelefantinos (sí, sí, sí, pero más criso que elefantinos… y encima un poco damas, ay), de la tierra, maduros, con arreos y minimalistas… Estoy contigo, Mae: hay dos tipos de hombre que me gustan, los de aquí y los de fuera. En una palabra, que París es divino. Divino, divino, divino.

Sobre todo, claro, si te acompaña una persona tan encantadora, tan divertida, tan brillante y tan…, bueno, tan estupenda como el gran chambelán JA, que da una nueva dimensión a la palabra anfitrión. Es más, el chambelán JA ha ascendido de categoría en la corte –parecía imposible, pero él tiene ese don (el de la imposibilidad, no el de la escalada)– y ahora es ya Par del Reino. O sea, Par A(dógico). Porque cómo es él… Dicen que Descartes inventó la duda metódica. Mentira. La duda metódica la inventó el Par Chambelán JA.

Han sido cinco días intensos. Así, en cursiva. Y es que cuando Una llega a París de milagro, arrojándose a las ruedas de un taxi después de cenar con el chambelán R. (cena que no relataré, porque No tendría espacio aquí para comentar hasta qué punto de Atrocidad, Ordinariez y Garrulismo nada ilustrado puede llegar el género humano, sobre todo el género humano que se dedica a La Moda), y se enfrenta a esta Nueva Babilonia sin haber pegado ojo… Pues claro, Una se siente Mujer de Mundo. O sea, Mundana. O sea, demi-mondaine. Y así me ha ido: una auténtica perdida. Bendita perdición.

Hoy, por ejemplo, me encuentro eufórica. El mundo me parece maravilloso y tengo ganas de cantar eso de “¡Qué cielo tan puro! ¡Cómo brilla el sol! ¡Qué maravillosa luz! ¡Con qué dulces y seductores sonidos hacen los bellos cantores alados que resuene este valle!” Pero, claro, supongo que Gluck está un poquito pasado de moda.

En Madrid llueve, pero en mi corazón –y en mis’entrañas, o sea, en mis centros, o sea, mis nitos (en versión JA)– hay una Tormenta de Arena. Más tórrido, imposible.

Jesús, ¡qué fácil es hacerme feliz!

Mañana más.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?